Hace unos días, la gobernadora del estado de Morelos; Margarita González Saravia, calificó como “oportunismo político” los señalamientos que hicimos derivados del cierre de la planta Nissan en Civac. Una declaración desafortunada que revela no solo desconexión con la realidad de miles de familias, sino también una preocupante falta de sensibilidad frente a la dimensión del problema.
La realidad es otra. Como en repetidas ocasiones lo hemos mencionado, Morelos enfrenta hoy una de las peores crisis de su historia reciente: inseguridad, violencia sin control, desempleo creciente, pérdida de inversión privada, parálisis en sectores productivos y una ciudadanía que se siente cada vez más abandonada por su gobierno. Si no se enfrenta esta situación con liderazgo y responsabilidad, puede erosionar irreversiblemente la legitimidad del actual gobierno estatal.
Es cierto: el cierre de Nissan no es producto directo de las decisiones de esta administración. Pero lo que sí es su responsabilidad —y la ha evadido— es haber ignorado durante meses las señales, los rumores y las advertencias que ya hablaban de esta posibilidad. En lugar de tomar previsiones, diseñar planes de contingencia o activar estrategias de retención empresarial, el gobierno se limitó a negar la realidad.
El Secretario de Desarrollo Económico y del Trabajo, José Víctor Sánchez Trujillo, ha demostrado una profunda ineficiencia para enfrentar esta coyuntura. No sólo aseguró públicamente que las versiones del cierre eran “especulaciones sin sustento oficial”, sino que ni siquiera anticipó el desenlace, evidenciando que no existía contacto real ni coordinación oportuna con la empresa, así como la evidente mala relación y comunicación con el sector empresarial. Su reacción tardía al igual que la carta enviada al presidente ejecutivo de Nissan, Iván Espinosa fue irrelevante. No solo llegó tarde, sino que mostró el vacío de liderazgo y estrategia que hoy afecta a todo el gabinete del gobierno estatal.
La reciente salida de la Secretaria de Hacienda, Mirna Zavala y la integración de una carpeta de investigación por enriquecimiento ilícito hacia su persona, es otro indicio del desorden interno que impera dentro de morena. Esta decisión no fue fortuita, sino directamente vinculada al mal desempeño de sus funciones y, particularmente, a la deficiente elaboración del Paquete Económico 2025. Desde un inicio, advertí que este paquete estaba mal concebido, mal enfocado y carente de una visión estratégica. Como presidente de la Comisión de Desarrollo Económico, señalé con claridad que el aumento excesivo de impuestos no solo afectaría al sector automotriz —como hoy lamentablemente lo estamos viendo—, sino que tendría un impacto negativo en toda la economía morelense; y gracias al trabajo en conjunto con otros diputados logramos mediar que no fuera tan agresivo como se había propuesto.
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Algunos elementos de su gabinete estatal carecen de experiencia en la administración pública, otros simplemente han convertido sus cargos en plataformas de turismo político.
La actual administración no presenta planes serios de reactivación económica, no existe una política de gobernanza efectiva, y menos aún una estrategia integral de seguridad, en un estado que ocupa los primeros lugares en índices delictivos. Los resultados son evidentes, según datos de Morelos Rinde Cuentas, en el primer semestre de 2025, el Gobierno del Estado de Morelos tuvo ingresos por $18,982 millones de pesos,
4.6% menos que el mismo periodo de 2024.
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Antes de imponer nuevas cargas fiscales, debieron sentarse las bases para construir condiciones económicas propicias. Hoy, los resultados están a la vista: la política económica de este gobierno ha fracasado, y las advertencias fueron ignoradas deliberadamente.
La clausura de la planta de Nissan Mexicana es irreversible. Miente quien afirme lo contrario. Las cartas enviadas al corporativo global no son más que un intento tardío de controlar los daños, un gesto simbólico que en nada repara la pérdida de más de 4 mil empleos directos y otros miles más indirectos. Los trabajadores no necesitan discursos ni gestos vacíos: necesitan empleos, certeza, respeto, futuro y un plan de acción inmediato. Tan solo en lo que va del año se han perdido 1,729 empleos formales en Morelos, sin considerar el impacto de los empleos perdidos de los trabajadores de Nissan.
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Lo más preocupante de todo es la manera en la que se ha manejado esta crisis desde el gobierno estatal. Durante meses, se insistió públicamente en que no existía riesgo, que había diálogo permanente con la empresa, que todo estaba bajo control. Hoy sabemos que no era así. Las autoridades faltaron a la verdad. Y eso no es solo negligencia; es irresponsabilidad política.
Enterarse del cierre a través de una videollamada, sin respaldo, sin medidas de protección laboral, sin planes de reconversión industrial, es un acto de abandono. Se trató a los trabajadores como cifras y no como personas con historia, con necesidades, con familia.
Morelos no necesita simulaciones. No necesita una nueva secretaría anticorrupción o la construcción de un nuevo Centro de Convenciones mediante presupuesto de FIDECOMP el cual debería ser destinado a proyectos que incentiven el desarrollo económico. Lo que necesitamos es un gobierno que esté a la altura del momento histórico que vivimos. Pareciera que el logro más importante de esta administración es reubicar el monumento Emiliano Zapata, un contrato que vence cada año, y no erradicar los índices tan altos de inseguridad en el Estado.
Se equivocan quienes creen que la ciudadanía está distraída o conforme. La desaprobación social crece, el hartazgo se acumula y el vacío de liderazgo se hace cada vez más evidente.
Porque quienes hoy lo pierden todo, no tienen tiempo para esperar.