Por: Pedro Martínez Bello

Daniel Martínez Terrazas, sin barrera moral ni límites en su ambición, pretende ser el alcalde de Cuernavaca con el único fin de que la ciudad capital sea su peldaño para la gubernatura en el 2030, con todo el dinero del presupuesto público que eso implica.

El otro que ya se apuntó de forma anticipada es el diputado federal Agustín Alonso Gutiérrez, sin tener ideología y/o conocimiento de los cuernavacos, solo su ambición al poder y al dinero. Y, además, hagamos memoria a ver si Agustín cuenta con la residencia que exige la ley: no me extraña que haya gobernado el Municipio de Yautepec viviendo en Cuernavaca para cumplir con ese requisito.

En el año 2015 los hermanos Yáñez Moreno, por su ambición al poder y el dinero, contrataron por siete millones de pesos a Cuauhtémoc Blanco Bravo como candidato del Partido Encuentro Social (PES) al ayuntamiento de Cuernavaca. La fama del ex futbolista era mayor y los residentes fueron a votar, más por el autógrafo y la foto del exgobernador y hoy diputado federal por Morena.

Por el presupuesto que maneja el ayuntamiento de Cuernavaca es la joya de la corona en las elecciones y más cuando ahora son mil 800 millones de pesos anuales, con la posibilidad que el año próximo rebase los siete mil millones: un dineral.

De ahí que ahora todos quieran ser presidentes municipales de Cuernavaca, sin conocer los problemas complejos y con una serie de atrasos en su infraestructura que, hoy como alcalde, trata de resolver José Luis Urióstegui Salgado.

El presupuesto de Cuernavaca y su estructura humana provocó una loca carrera por la ciudad capital del estado de Morelos, donde todos quieren llegar, no por amor, ni por ideales, ni por vocación de servicio, sino más bien por mera ambición económica. Y es que Cuernavaca cuenta con un presupuesto de casi siete mil millones de pesos y todos, todos, quieren darle un pellizco, porque en Morelos aquellos encumbrados en el gobierno pueden robar con total impunidad.

Y más, cuando tanto Cuauhtémoc Blanco Bravo como Antonio Villalobos “gobernaron” con total impunidad y desviaron recursos financieros, sin ser juzgados por su enriquecimiento inexplicable.

Lo peor es que, a pesar de las carpetas de investigación iniciadas ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC), ninguno está en la cárcel, al contrario, viven bajo una inmunidad en perjuicio de los habitantes de Cuernavaca.

¡Pobre Cuernavaca, pobres cuernavaquenses!

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